Ángel Ruiz Cediel es columnista en el periódico digital Diario SIGLO XXI, suele escribir artículos de opinión sobre los mas variados temas de actualidad que mas preocupan a la opinión pública, todo muy lógico y normal, como ocurre en tantos diarios del mundo. En un artículo reciente, el peso de la evidencia a salido de su pluma, para contarnos sus inquietudes sobre el cometa Elenin, merece mucho la pena a tener encuenta las inquietudes que transmite, pues Ángel Ruiz no me parece que responda a un perfil de los llamados "conspiranoico", ni creo que suela hablar de estos temas.

Las trompetas apocalípticas suenan a todo pulmón, y nadie es capaz de dilucidar con datos en la mano cuánto de verdad o no hay en todo esto. La cuestión es que el próximo martes, día 27, se producirá una supuesta alineación entre el cometa Elenin (o sus restos, ya que la NASA informó de que se había autodestruido hace unos días al alcanzar el perihelio), el Sol y la Tierra, y no faltan las voces, más o menos cualificadas, que vinculan este tipo de alineaciones cósmicas con fenómenos catastróficos en la Tierra, generalmente en forma de terremotos –casual o no, demostrado está-, tal y como sucediera antes cuando se alineó este cometa con el Sol y la Tierra, produciéndose los archiconocidos grandes terremotos de los últimos meses (Haití, Chile, Nueva Zelanda, Japón, etc.).
La NASA ha emitido recientemente varios recientes comunicados informando no sólo de la destrucción o fragmentación de este, para ella, insignificante comenta, al cual le llegaron a mensurar en apenas unos kilómetros de diámetro, sino también de la inutilidad del pánico que está experimentando una buena parte de la población de medio mundo (el tecnológico y habitual en la Red), debido a la imposibilidad física de que esta bola de hielo sucio pueda afectar de ninguna manera al planeta y, mucho menos, producirle daños apocalípticos. Dicho pronto: lo califica de paranoia. Y tal vez tenga razón.

El problema de la NASA, la única organización científica con recursos serios o suficientes como para informarnos de lo que sucede en el exterior de nuestro planeta, sean amenazas o descubrimientos maravillosos, es que es militar y pertenece al ejército más mentiroso del planeta. Cuestión esta última que comparte al cien por cien con la clase política que nos domina y con los enormes grandes capitales que controlan y dirigen el mundo, quienes mienten sistemáticamente incluso cuando dicen la verdad. El problema de muchos, casi todos los que se temen algo dramático para los próximos días, no es lo que dicen las autoridades políticas o científicas de los aparatos del sistema dominante, sino precisamente lo que callan, lo que ocultan.
"...lo que dice la NASA o los gobiernos no coincide con lo que se está observando."
Dando por cierta la premisa que las autoridades siempre mienten, además que es obvio que si fuera a producirse una catástrofe más o menos global jamás alertarían a la población sino que procurarían salvarse a sí mismos, es natural que la ciudadanía, aunando observaciones, pareceres y conocimientos, trate de ser autosuficiente e inferir qué está pasando en realidad, especialmente por cuanto lo que dice la NASA o los gobiernos no coincide con lo que se está observando.

Desde el principio he sostenido que Elenin, aun existiendo, era nada más que una falsa bandera, una mentira blanca o una forma de desviar la atención de la población del foco de los intereses de la elite, no sólo por la imposibilidad física de que se pudiera detectar y/o medir un cometa semejante a casi setecientos millones de kilómetros, que tenía un brillo ciento cincuenta mil veces inferior a lo detectable por el ojo humano y que, para colmo, había sido realizado este prodigio con un telescopio remoto de alquiler poco menos que de juguete, sino porque tanto el nombre como sus datos generales (fecha de perihelio, alineaciones, etc.), eran sospechosamente coincidentes con efemérides políticas de primera magnitud muy anteriores al supuesto descubrimiento. Nada creíble, en fin, al menos para mí.